Cada tatuaje está cargado de un simbolismo diferente y particular. Además, posee un significado personal para el portador, que desea expresarse a sí mismo y a su historia a su manera. Para las personas que gustan de tatuarse, la piel es un libro abierto escrito por una mente creativa.
A quienes les atrae la magia, el misterio, la transgresión, el empoderamiento, las fuerzas de la naturaleza o el mundo espiritual, una opción muy atractiva puede ser los tatuajes de brujas o algo referido a ellas.
Como personaje muy afamado en la cultura popular y la mitología, no es de extrañar que una bruja genere siempre muchos sentimientos: desde curiosidad o admiración hasta miedo. Algunos encuentran inspiración en la magia y sus practicantes —o ellos mismos los son— y también con lo que representan. Ya sean de las “malas” o de las “buenas”, estas mujeres poderosas no dejan indiferente a nadie.
Los tatuajes de brujas pueden representarse de muchas maneras y se adaptan a cada personalidad. Generalmente, se asocian a lo femenino y sus connotaciones cambian de una cultura a otra. Entre sus significados más comunes se encuentran la rebeldía, la pasión, la lucha y la valentía.
En cuanto al diseño, estos no suelen ser muy innovadores: pueden ser de colores o negros para destacar los detalles; muchas veces se hace uso de la imagen típica que se tiene en el imaginario de estos seres mágicos, con sombreros puntiagudos y escobas. En sus composiciones pueden variar los elementos junto con los significados que aportan: una escoba de bruja (libertad, poder femenino), sombrero (conexión con planos superiores), tela de araña (el deseo de adquirir nuevos conocimientos), esqueleto y cráneo (centrarse en alcanzar objetivos), vela (mundo interior), búho (sabiduría, vínculo con la naturaleza), cobra (un peligro oculto cercano), caldera (pasado y presente, control de la vida, cambios), murciélago (lado espiritual).
Más allá de las implicaciones negativas que se tienen de las brujas, como villanas, seres feos y peligrosos y aliadas de fuerzas malignas, también son figuras asociadas a la libertad, el poder femenino y su incansable lucha.
No se tiene claro cuál es el origen del término bruja. Algunos creen que proviene del celta, otros que nace del latín; a fin de cuentas, es una palabra polisémica. Etimológicamente significa “mujer sabia” en todos los idiomas; esto era lo asociado, al principio, a las mujeres consideradas brujas.
Todo cambió a mediados de la Edad Media; en este momento las brujas pasaron a ser las malas de la historia. Tras el paso de la peste negra y sus subsecuentes muertes y los cambios socioeconómicos que se fueron sucediendo, las mujeres quedaron relegadas al ámbito doméstico y la procreación. Las mujeres libre-pensadoras y que contaban con un oficio, como las curanderas, enfermeras, etc., eran criminalizadas y juzgadas. El estado y la iglesia quisieron tomar control sobre el cuerpo y el libre albedrío de las mujeres; todas aquellas que se iban contra lo esperado, eran acusadas de brujería. Se estima que fueron, al menos, 60.000 las ejecuciones, aunque podrían haber sido más.
Baba Yagá es vieja, huesuda y arrugada, con la nariz azul y los dientes de acero, posee una pierna normal y una de hueso. Vive en una choza que se levanta sobre enormes patas de gallina que le sirven para desplazarse por toda Rusia.
El feminismo de los años 70 volvió a poner el foco en el proceso de caza de brujas y sus consecuencias, como el sometimiento y la sumisión de las mujeres. Las activistas de esos años se sintieron identificadas con aquellas mujeres que fueron contra el sistema patriarcal.
Hoy, el estigma de ser una mujer que no cumple con lo que la sociedad impone todavía une a un género a lo largo de siglos de lucha. El feminismo actual ha recuperado y revalorizado el concepto de bruja. Ha reivindicado a esta figura como una mujer libre, fuerte y rebelde, símbolo de empoderamiento y resistencia contra la opresión patriarcal. Ser una “bruja” implica abrazar la propia individualidad, la intuición, la autonomía y el poder personal. Las brujas feministas rechazan los roles tradicionales de género impuestos por la sociedad patriarcal y buscan construir una identidad libre de opresión.
Además, este concepto se utiliza como una metáfora para celebrar la sabiduría ancestral de las mujeres y su conexión con la naturaleza, que, al identificarse como brujas, buscan recuperar una historia y una tradición que ha sido suprimida y desvalorizada por siglos, junto con prácticas espirituales y mágicas que se enfocan en el autoconocimiento, la sanación y la transformación personal.
Morrigan, también conocida como Morrigu, es la diosa celta de la muerte y la destrucción. Morrigan está presente en todas las guerras, tomando la forma de cuervo o corneja, entre algunas de sus habilidades cabe destacar el uso de la magia negra.
Hécate es una titánide en la mitología griega. La mayoría de las veces se muestra sosteniendo un par de antorchas o una llave y se representa en forma triple. Fue asociada de diversas maneras con encrucijadas, caminos de entrada, luz, magia, brujería, conocimiento de hierbas y plantas venenosas, fantasmas, necromancia y hechicería.
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La Templanza es la decimocuarta carta del tarot. Muestra a una mujer alada como un ángel, que sostiene un jarro del que vierte el líquido sobre otro recipiente igual.