“Las entrevistas de trabajo son estresantes independientemente de la etapa de la vida en la que te encuentres, pero, como todo, tener hijos eleva el estrés exponencialmente. Ya no solo me mantengo a mí mismo, y ahora hay mucho más en juego; las consecuencias de fracasar en una entrevista de trabajo son mucho más intensas. Y también lo era llegar hasta allí, porque tenía que llevar a mi hijo pequeño conmigo”, dijo antes.
“Al estar desempleados, no podíamos permitirnos una guardería, así que tuve que ir en metro, con un traje completo, en uno de los días más calurosos del verano, con mi hijo pequeño en mi regazo y/o durmiendo la siesta a mi lado. Por suerte, no tuve que llevarlo a la entrevista, sino que pude dejarlo con mi mujer. La logística de todo esto -la programación, el viaje, la entrega, el llevar a un niño pequeño dormido por Manhattan mientras el sudor caía sobre mí como una cascada, etc.- fue increíblemente complicada”, dijo Mike.
“Nada de esto era ideal. Pero tenía que hacerlo, tenía que dar lo mejor de mí para el trabajo, para poder mantener a mi familia y, lo que es más importante, para poder salir de mi casa. No puedo soportar ser un papá que se queda en casa ni un minuto más”, bromeó.
